El compositor que se explaya en sus canciones, que pareciera que le faltan las palabras para expresar su sentir, da muestras de ser una persona tímida cuando se le entrevista. Reservada, dirían los que más lo conocen, aunque a medida que avanza la conversación se distiende.
Son cuarenta los años que celebra como cantante, una carrera que pasó de ser promisoria a convertirse en parte de una identidad, del cancionero de un país.
“Celebro el aniversario de mi primera producción profesional de larga duración. Desde entonces ha sido toda una carrera ininterrumpida. En ese momento no podía imaginar lo que vendría después. Uno tiene aspiraciones; sin embargo, nadie sabe qué le deparará el futuro. Pero los que creemos en la divina providencia, especialmente, estamos siempre esperanzados y rogando a Dios que nos envíe las mejores cosas”, manifiesta el intérprete de 63 años de edad.
Reitera que en su comienzos eran muy pocos los artistas de música llanera que buscaban el reconocimiento. Ahora, cuando se le pregunta por los talentos emergentes, asegura que hay más que hace cuatro décadas. “No éramos muchos. Si nos contrataban a los seis u ocho que estábamos en el espectro, el resto del país se quedaba sin artistas. Ahora hay para realizar cien espectáculos en todo el territorio nacional simultáneamente. En estos cuarenta años he sido testigo y protagonista de esta evolución. Estamos preparados para buscar mercados internacionales”.
Todas las metas, sin embargo, no se han alcanzado. El responsable de canciones como “La muerte del Rucio Moro” afirma que aún falta concientizar a un país muy politizado. “En Venezuela se le ha dado poca atención al folklore. Siempre hacemos cosas, pero pudiéramos hacer más si hubiese un país dedicado al tema cultural y menos a la diatriba política”, expresa.
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